A pocos kilometres de Ciudad Rodrigo se encuentra Fuenteguinaldo y en una prominencia que domina el pueblo se encuentran los restos de una antigua fortaleza que en su tiempo debió de tener una gran presencia a juzgar por lo que de ella resta, por la extensión y por su situación inmediata a la frontera portuguesa.
Disputada esta comarca por moros y cristianos pasa de unos a otros en diversas ocasiones, sufriendo todas las contingencias propias de tales guerras y cambios de conquistadores.
Que Fuenteguinaldo adquirió nombradía por su fortaleza y que era grande su importancia lo demuestra el que en el año 1319 la reina doña María, madre de don Alfonso XI, que se avisto con don Dionisio de Portugal para pedir a éste el perdón de su hijo que se le había rebelado, le suplicó que a lo menos permitiera ir al infante a Fuenteguinaldo donde ella le esperaría. Se negó el rey a estas peticiones pero a pesar de ello el infante estuvo en Fuenteguinaldo para entrevistarse con su madre.
Poco tiempo después, a los dos años de declarado mayor de edad, el rey de Castilla verificó su boda con doña María, hija del rey de Portugal, boda que tuvo lugar en Alfayate, pasando las familias reales de ambos reinos, o sea, el monarca portugués con su hijo, doña Blanca, madre del castellano, su suegra doña Beatriz y su hermana doña Leonor a Fuenteguinaldo, donde se desposaron los infantes.
Aguardaban en Salamanca el rey de Castilla y los embajadores del rey de Aragón para pedirle la mano de doña Leonor, la concedió y con motivo de recobrar las plazas que había dado como rehenes a su suegro tuvo con él una entrevista en Fuenteguinaldo, tan cordial y amistosa que no solo se devolvieron recíprocamente los castillos empeñados sino que además el monarca portugués dio al de Castilla quinientos jinetes para abrir la campaña contra los moros.
En 1640 y en el día 1 de noviembre se rebeló Portugal desobedeciendo a don Felipe IV y proclamando rey a don Juan de Braganza y en 1643 siendo gobernador de la Beira don Álvaro de Abrantes, que organizo las defensas de sus fronteras, tomó la ofensiva de las posiciones españolas, levantando un fuerte en Valdelamula. Salió para atacarlo desde Ciudad Rodrigo con tres mil infantes y doscientos caballos don Urbano de Ahumada, el que perseguido por Abrantes hasta las mismas puertas de Ciudad Rodrigo tuvo que encerrarse en la ciudad. Conseguido ésto, el portugués se retiró sin que en su retirada fuese siquiera molestado y entre otras hazañas destruyó a su paso, forzó, saqueó y entregó a las llamas la villa de Fuenteguinaldo.
En una prominencia que domina el pueblo se ven hoy los restos de una antigua fortaleza demostrando por lo que de ella resta la importancia que en sus tiempos debió tener. Cual otras muchas, sus piedras han sido utilizadas para construcciones de viviendas y sus maderas y herrajes vendidos igualmente para aprovechamiento del dueño y vecinos del pueblo. La iglesia parroquial se reparó con piedras que procedían de la antigua fortaleza.
Y ello es fuerza que haya sucedido con este castillo como con la mayor parte de ellos, por no decir con todos, porque la movilidad del tiempo no tolera ni se conforma con la estabilidad de las cosas.
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