Escasos restos quedan de las defensas que Salamanca tuvo en el pasado (la antigua Helmántica, luego Salmántica con los romanos), de las murallas y el primitivo castillo o Alcázar de tiempos moros y de su primitiva cerca luego extendida posteriormente a medida que la ciudad siguió creciendo.
Hasta trece puertas tuvo la muralla y el último Alcázar situado en la llamada Peña Celestina dominándolo todo. Y todo fue desmantelándose poco a poco para terminar los franceses a su paso por aquí, durante su retirada en la Guerra de la Independencia, de derruir lo poco que quedaba.
Algún pequeño tramo hay a la vista y otro también reducido se puede visitar desde hace poco, tras su rehabilitación.
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